Desde
que resucité esa tarde de aquella muerte segura, seguía siempre el mismo camino
pero hace unos días mis pies estaban más acelerados que nunca, de hecho
comenzar a jadear me sirvió para darme cuenta de que iba demasiado deprisa…
Paré
un instante, metí mi mano derecha en el bolsillo, necesitaba saber si allí
seguía aquel agujero, y sí, de hecho no parecía haber aumentado ni de tamaño,
ni de espesura en todos estos años...
Es
un roto de baja calidad pero que arroja lo que contiene como los otros, eché la
vista atrás para confirmar si allí seguía mi rastro, todo lo que caía de
aquella brecha mal remendada de mi pantalón... Todo aquello era lo que en
realidad marcaba la senda de mi camino. Si me detengo, muero – recordé- y
predispuse mis pies para seguir adelante en mi huida, sin embargo, por una vez,
la melodía de un pájaro me incitó a detenerme y mirar hacia el frente.
Levanté
la vista sin pensarlo, y mi garganta se convirtió en un nudo de ocho lazos, tragué
tanta saliva como pude...
Jamás
me había encontrado antes con algo tan blanco, tan deshecho…
Traté
de recordar entonces como fue el futuro en otras ocasiones, y cuando estaba
ahí, apunto de encontrar una solución, aquel pequeño pájaro que andaba alegrándome
el día se acercó para decirme, – recordar el futuro… Un poco estúpido, ¿no
crees?-.
En
ese mismo instante comenzó a llover, y lo que parecía un aguacero agradable,
que hacía despertar el verano de cualquier conciencia apagada, lo que empezó
como gotas haciendo temblar de frío mis manos vacías terminó desatándose en la
peor de las tormentas…
Arrastró
consigo todo aquello que encontró a su paso,
desnudó
de los ladrillos a los edificios,
de
pétalos a las flores,
de
minutos a las horas…
Arrastró
a la luna y la dejó, al borde de la muerte, colgando del sol
y
aquel pájaro mojado hasta los huesos:
y
a pesar de sus dos hermosas alas, no pudo luchar más contra la fuerza del
huracán.
¡Sorprendente!
Si
aquel pájaro había muerto,
¿Qué
podía hacer yo que carezco de alas?
Si
aquel edificio se quedó sin tejado,
Si
la luna se había dejado ya de ver…
No
podía ya huir hacia delante, no podía escapar ya...
Ella
estaba demasiado cerca, así que sencillamente, decidí sentarme en aquel banco a
esperar a que su recuerdo me alcanzar y una vez más, allí morir…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario