Tuve
miedo al fracaso hasta la primera vez que fracasé…
luego
he seguido teniéndolo, pero el miedo que tienes a un viejo conocido ya no es el
mismo…
Ahora
le miro a la cara, e incluso le sonrío de reojo… Es un tipo inmenso que aparece
aun cuando nadie le invita, no tiene más…
Tuve miedo, muchas veces a pecar de sensible,
a derrochar mi energía en lamentos…
Esto
me sigue dando miedo;
el
sufrir dolor, despecho, es algo que a veces llega, es algo que tiene que llegar...
Son
sensaciones que nos hacen sentir extraños en nuestro propio mundo, pero soy de
los que siempre ha entendido eso de “lo raro es bonito”, igual es masoquismo,
puede ser, me gusta el color de la
sangre y la muerte...
Pero
también asusta cuando algo te hace sentir demasiado bien.
Cuando
nos enamoramos, y cuando nos demuestran que casi todo tiene un fin y casi nada
tuvo un principio…
A menudo pienso en irme, a menudo creo que
habrá un lugar mejor pero siempre me quedo, cierro los ojos con frecuencia, y
se me olvida que lo mejor muchas veces está en mí y en lo que tengo delante, no sólo
en mi imaginación, ni en mis deseos...
Yo
soy yo y mis circunstancias ¿no?
La
verdad es que el calor de los buenos amigos ayudan mucho a recordar que lo que transmito
no se trata de una telenovela, sino de una película llena de vida con todos sus
miedos, deseos y ojos que no ven o que prefieren simplemente no ver…
Te
amé mucho, sigue queriéndote…
Está
en ti la felicidad, yo la he visto en tus ojos, no la dejes escapar...
Siento
no haber cumplido las expectativas, sabes que peleé por cogerte siempre de la
mano???
Eres
un ser civilizado, que progresa y camina sólo…
Eso
está bien, tienes el don y yo no…
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